miércoles, 20 de febrero de 2019

Ana Karenina

Título: Ana Karenina

Título original: Anna Karénina

Autor: Lev Tolstói

Editorial: Sol 90

Año y lugar de edición: 2000, Barcelona

Sinopsis: 


«Todas las familias felices se parecen unas a otras, cada familia desdichada lo es a su manera.»

El enamoramiento de la protagonista, casada con el alto funcionario Karenina, por el atractivo militar Wronsky y el estrepitoso romance que con él vive son el eje de una novela que es mucho más que la pulida tragedia de una caída en desgracia: es un esmerado y delicado retrato de todo un tiempo y un lugar, la vivisección de una sociedad en la que la felicidad de algunos convive con la desdicha de otros.


Un café y te cuento:


Ana Karenina es una mujer de la alta sociedad, esposa de Alejo Alejandrovich un funcionario de alto prestigio. La protagonista sostiene una relación extramarital con un miembro de la milicia, el Conde Wronsky. 

Paralelamente, gran parte del libro sigue al personaje Levin, un terrateniente que desprecia la vida en la ciudad y que según dicen refleja el desprecio que el propio Lev Tolstói tenía ante las banalidades de las grandes urbes. El autor aprovecha para dejar en estas páginas su visión de la sociedad urbana, símbolo de los vicios y el pecado, en oposición a la vida sana de la naturaleza y del campo.

La prosa del libro es increíble, trasladándote con cada fragmento a la Rusia imperial y transmitiendo los sentimientos de cada personaje. El escritor deja en estas páginas muchos temas, tratados de una manera maravillosa, detallando la vida y las costumbres de sus personajes, lo que convirtió a Anna Karenina en una de las obras cumbres del realismo. Además, a lo largo de la obra se hallan argumentos políticos, filosóficos y religiosos, principalmente en los pasajes referidos a Levin, quien busca un sentido a la vida y reflexiona sobre ella.


Lev Tolstói supo plasmar la verdadera naturaleza humana en este libro, los personajes fueron construidos con virtudes y con defectos, con diferencias entre sí, capaces de amar, de odiar y de despertar esos sentimientos en el lector.

La protagonista Ana Arkadievna se nos presenta como una mujer de belleza y elegancia inigualables, que además posee gran carisma e inteligencia. Ana es, sin duda, una madre devota y es precisamente la primera vez que se separa de su hijo cuando conoce al Conde Wronsky, quien se convertirá en su amante. A lo largo de la historia, veremos cómo Ana tiene que luchar contra la distancia que la separa de su hijo y la desolación que siente debido al rechazo de la sociedad por su relación extramarital con este joven. Esto se debe a que se trata de una mujer adúltera en el siglo XIX incapaz de obtener el divorcio y la custodia de su hijo sin autorización de su esposo.



Anna Karenina no es solamente una historia de amor, de adulterio y celos, es una crítica social en la que se plasmaron las crisis morales y los cambios sociales de Rusia en aquella época (recordemos que el autor escribió su obra entre 1873-1877). Podría afirmarse que también ha sido un precedente de la emancipación femenina al reflejar la situación compleja de Ana y la solución que ella toma como único escape.

Wronsky por su parte, se me presentó desagradable, no pude empatizar con él. Lo interpreté como un hombre inmaduro, cobarde, ambicioso que no lograba comprender y acompañar lo suficiente a su amada.



Sin embargo, Alejo Arcadievich, el señor Karenina, esposo de Ana se ganó mi atención. Quizá muchos lectores lo juzguen por no otorgarle el divorcio a su esposa para que pueda ser libre de vivir su amor, pero pese a ello, despertó en mí la compasión y la empatía. Su benevolencia con Ana, su amabilidad y su capacidad para perdonarla fueron sorprendentes. No me gustó el cambio que él tuvo al final influenciado por la Condesa Lydia, pero en general durante la lectura supo ser de mis personajes favoritos. 

En este sentido, quiero expresar mi punto de vista sobre algunos personajes secundarios como dicha Condesa, la Condesa Betsi y otros, que coloquialmente las adjetivo como chusmas y entrometidas. Si bien quizá era propio de la época y las costumbres de la alta sociedad, no dejaron de generarme desagrado con sus actitudes. 

El otro protagonista de la novela es Konstantin Levin. Este personaje se ganó mi corazón por su bondad y sencillez. Durante la novela sabemos cada palabra que él dice y piensa, contrastando su vida en el campo y su vida en la ciudad de Moscú. Lev Tolstói se encarga de marcar la diferencia entre ambos ambientes, dejando la vida en el campo como llena de gracia y de virtud, mientras que la vida en la ciudad es retratada como superficial e inmoral. Levin no se encuentra a gusto dentro de la ciudad, encuentra todo banal e insensato, se aburre en los eventos a los que asiste la alta sociedad y prefiere evitarlos. Es un hombre reflexivo que ocupa su mente pensando acerca de cómo debe actuar con los campesinos que tiene a su cargo, sobre la existencia o no de Dios, sobre el amor, la vida y la muerte.


Esta novela además aunque romántica no es particularmente cursi, pero sí tiene episodios que son bastante dulces. Se presentan varias relaciones de pareja, varias manifestaciones de amor. Por un lado el amor pasional entre Ana y Wronsky, juzgado de inmoral; el amor más apagado que a veces se duda si sigue siendo amor o es ya solo costumbre entre Dolly y Oblonsky; y el más puro amor entre Levin y Kitty.

También me ha gustado la manera en que se manifiestan los celos primero de Alejo Karenina cuando comienza a sospechar de la infidelidad de su esposa y luego los de Levin propios de su inseguridad personal.

A su vez, en cierto modo nos parte el corazón leer sobre los celos, las sospechas de Alejo, principalmente porque al principio él defiende el honor de su esposa y se niega a creer que fuese capaz de serle infiel. Luego por su bondad al “poner la otra mejilla.” También el desamor está tan bien narrado que impresiona. 

En síntesis, Ana Karenina es un libro de muchas páginas y es una novela rusa, lo que puede asustar al lector (confieso que a mí me asustaba un poco), no obstante, su lectura es amena. Es una obra magnífica que vale la pena leer.

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